Santiago 4:7 dice: “Someteos pues a Dios, resistid al Diablo y huirá de vosotros”.
El mundo espiritual es más real que el físico. Mucho de lo que vivimos tiene su origen en lo que ocurre a nivel espiritual. El mundo físico reacciona ante la autoridad que ejercemos en el terreno espiritual, aun así, por estar distraídos perdemos de vista la gran victoria que Jesús conquistó para nosotros.
Santiago 4:7 tiene pasos muy claros y definidos, debemos:
- Someternos a Dios
- Resistir al diablo
- Creer que él huirá de nosotros.
Pero a veces pareciera que entendemos lo contrario: resistan a Dios, sométanse al engaño del diablo y salgan huyendo. Esto es un error.
Juan 3:7-10 dice: “Hijitos, nadie os engañe el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios”.
La guerra se hace evidente en nuestro estilo de vida. Jesús venció el pecado y esa es nuestra victoria. Nuestra función es reconocer que somos nacidos de Dios. Lo que fue puesto de Dios en nosotros permanece cada día, por eso no podemos pecar.
Sabemos que somos nacidos de Dios porque hacemos justicia y amamos a nuestros hermanos. La trampa del diablo es la amargura, entre más odiemos o expongamos las faltas de los demás, más seca estará la simiente de Dios en nosotros. Es el amor el que vence al espíritu del mundo.
“Porque no tenemos lucha contra carne y sangre, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Efesios 6:12.
Por la obra de Jesús en la cruz, tenemos toda autoridad. Cuando el diablo se encontró con Jesús en el desierto, le ofreció toda la autoridad que tiene sobre los reinos de la tierra. Jesús fue tentado tres veces y la última fue la prueba mayor. “Si me adoras, si te rindes, si te sometes a mi nombre yo te daré los reinos del mundo y la gloria de ellos”, le dijo Satanás a Jesús.
Hay una gloria en el sistema del mundo: la fama, el deseo de acumular, de poseer, la gloria de vivir sin límites. Muchos pasamos las dos pruebas iniciales pero al ver lo bien que les va a otros, bajamos el nivel de nuestra guerra. Nos distraemos y nuestra mente se fija en lo que se ve, así perdemos el sentido de lo eterno. Jesús no cedió ante la gloria aparente que se le presentó y con voz de mando respondió: “Vete Satanás porque escrito está, al Señor tu Dios adorarás y a Él solo servirás”.
La adoración extrema nos libra de dioses falsos, esta pone nuestros ojos en la gloria de Dios y nos sostiene en la guerra.
Predicación del 25 Enero de 2015 en el Auditorio de la Iglesia El Lugar de Su Presencia – Bogotá – Colombia por Henry Pabón twitter.com/henrypabon #SuPresenciaenInternet