Steve Bartman se convirtió en el responsable de que Los Cubs de Chicago, el orgullo de la tercera ciudad más importante de Estados Unidos, perdieran la posibilidad de ser el campeón de la Liga de Baseball, después de la última victoria ganada en 1945.
El estadio estaba a reventar, la ciudad esperaba con ansias celebrar por primera vez la victoria de su equipo, pero de un momento a otro, en un instante la vida de Bartman cambió y la esperanza del equipo desapareció. Despiadadamente los medios de comunicación y todos los fans del equipo no lo dejan de culpar por semejante tragedia, ¿pero realmente fue así de grave?
Tal vez nos hemos sentido como Steve, odiados y culpables, pero Jesús quiere tomar ese lugar y traer descanso.